sábado, 4 de junio de 2011

    MEMORIA DEL PAN




















Nadie me ha nutrido nunca
como esa mujer.
Hoy que me siento extranjera
en este cuerpo     bajo mi techo
he tenido ganas de no ver a nadie
sólo a la abuela

Me cobijo con aquellas tardes
que chorreaban frío
Los pies pesaban y el alma
volando sobre borrascas de orfandad
intentaba escapar hacia sus orígenes

Entonces
al abrir la puerta
mi olfato encontraba un laberinto:
manzanas acaneladas
mantequilla reventando azúcar
pan caliente

Largaba los libros a mitad del camino
y sabía que ella estaría al final
sacando de sus manos maravillas
que sus dedos salpicaban
con grageas de su triturado corazón
y que luego envolvía
en el celofán brillante de sus ojos

No era la comida en realidad
lo que me nutría de aquella manera
era el fuego moreno de sus manos
un deseo tibio    sosegado
que huérfano de abrazos
de caricias
cada día me hablaban de un me importas
de un te quiero.

Anna Kullick Lackner

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